Comenzar a escribir y borrar, se semeja a quién soy. A lo que me sucede y lo que probablemente me sucederá. Una constante presión en la parte trasera de mi cabeza que me dice a gritos, ¡Hacelo! No lo pienses. Escribo y vuelvo a borrar.
Fui diseñada, más bien moldeada para no seguir ese impulso. Son las reglas, la moral, todo lo que nos van metiendo en nuestras mentes desde que tenemos uso de razón. Aunque seria inviable que esto no suceda, veamos ¿Que seria de nosotros sin las reglas?
El mundo sin reglas, sin moral, sin juicios, seria un caos. Con conocimiento de esto, digo que lo prefiero, (Some men just want to watch the world burn) comienzo a cansarme de la hipocrecia, de los protocolos, de las frustraciones que vienen acompañadas del que ya nadie quiera decir la verdad, y ya son pocos los que practican este hermoso acto
:(.
¿Definir la verdad? Con la mano en el corazón, no lo sé. Lo que si sé, es que me hace sentir.
La verdad es algo mágico, de difícil alcance, que puede destruir todo a tu alrededor, lo que luce como la realidad o las certezas se derrumban frente nuestro, ante la verdad innegable. Todo el ciclo vuelve a empezar, porque hay que diseñar nuevas estrategias ante nuevos interrogantes. La verdad duele, duele como todo lo que nos lastimo profundamente por primera vez, te paraliza porque todo tu ser se niega a creerlo. Aunque duela, sea fea, y todo, la prefiero, la necesito, y la deseo. Porque con la verdad uno aprende a vivir, pero de las escondidas, las mentiras no.
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