domingo, 12 de mayo de 2013

Sín titulo.


(No la saqué yo esta foto)
Después de haber meditado por varias horas, la idea de una declaración de amor, de una carta con sentimiento, sólo se me ocurrió lo siguiente, contarte una historia, tal y como es. En las siguientes líneas desarrollaré aquellos momentos perfectos qué viví con alguien muy especial. Para proteger su privacidad, de ahora en más son Carlos Alberto  y Violeta de los Alpes.
Las circunstancias de la vida, hacían que Violeta de los Alpes sea una persona soñadora, que tenía los pies sobre la tierra, pero su mente por los aires. Ella había vivido una vida, dentro de los estándares de la sociedad “normales”, (no ampliaremos la idea de normalidad, ya que esta es muy ambigua, así que, saquen sus propias conclusiones). Después de transitar un par de situaciones desagradables, se sentía perdida, y sólo buscaba conocer un poco más el mundo por el que caminaba todos los días.
Esas idas y vueltas, la llevaron al final a conocer a Carlos Alberto, quien fue descripto por la muchacha, como la salvación, ya que, él era todo lo que ella buscaba. Estas cosas indicaban como si,   todo aquello  que hubiera transitado era para converger en ese momento.
Carlos, era de esas personas las cuales es difícil toparse, porque era libre e inteligente, lo que le daba un matiz muy interesante. Uno al cual Violeta no podía resistir, lo que la llevó a solo querer estar con él. Quizás él tardo en comprender, todo lo que ella sentía, y pensó que no era posible. Lo que lo llevó por un sendero diferente por el cual caminaba ella, quizás fue uno más difícil, pero no sabemos con certeza si realmente lo fue.
Ella le seguía dedicando sus mejores canciones, sus mejores deseos, porque simplemente el hecho de verlo feliz, le completaba el alma. Sentía que era el elixir para ver la realidad de una manera diferente. Por el cual querer volver a subirse a aquella hermosa montaña rusa de sentimientos.
Ya lo amaba, sin que fueran nada, sin saber cómo, ni cuando, ni dónde. Sin restricciones, ni orgullo, simplemente así, porque no sabía amar de otra manera. Entre el viento, las olas, entre las tempestades, entre las horas, y los minutos. Entre lo que eran y lo que no eran, entre todo aquello, que ella sentía que los conectaba.
Quería ser su todo, pero no todo se dio como estaba en sus planes. Y cuando todo se volvió a dar temía sumergirse una vez más en esos ojos, es triste pero el miedo existió, y también existió en sus ojos, que temían una venganza inminente. Pero ¿qué es la vida sin los riesgos? ¿Qué es el amar, sin un sufrimiento previo? No sería nada, simplemente una historia más, una aburrida historia la cual nadie querría leer, ni hacer una película sobre ella, porque así es el amor, un sacrificio mutuo que se da de a  dos, de dos personas que empujan para el mismo lado.  De incertidumbre ante lo desconocido, de tirarse a un abismo sin saber si alguien va a estar para agarrarte. Es sin buscar encontrar algo de ese alguien por todos los lugares.
Lo que Violeta quería expresarle con el alma, con sus deseos y con sus demonios, era que lo amaba así como era, sin cambiar ni un solo trazo, quería cuidarlo hasta que su cuerpo este cansado de tanto andar, quería abrirle sus esperanzas y sus miedos. Pero por sobre todas las cosas, su futuro. Como el tiempo infinito, como la verdad absoluta, así sintió Violeta que era su amor. 
Sin más preámbulos, podríamos extendernos hojas y hojas con detalles, de todo lo que una persona puede sentir cuando está enamorada, tampoco mi intención es aburrir, sino más bien guiarlos en un viaje de idas y vueltas. Simplemente para que se sientan identificados de alguna manera.

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