Se recordaba a si misma: “primero el pie derecho luego el
izquierdo, ahora de nuevo, que nadie note todo lo que estaba pasando en este
instante, vamos sigue fingiendo” . Se repetía Raquel en su cabeza. Recordaba que llevaba el maquillaje corrido,
como en aquellas novelas que había visto alguna vez en su infancia. Lagrimas
negras le recorrían sus rojas mejillas a causa de los gritos y el llanto de
hacia ya unos momentos. No comprendía si
la demencia había alcanzado un nuevo punto o aquella oscuridad en la que de
repente se sumió era real, si efectivamente lo era. No habría vuelta
atrás.
Cuando recobró el sentido, se encontraba en su habitación, esas cuatro paredes habían
escuchado tanto, habían visto todo lo que los ojos no deben ver, pero seguían firmes
como lo único estable en la vida de Raquel. Entre abriendo los ojos lentamente,
sentía una sensación de pesadez muy fuerte en la cabeza, probablemente la habían
drogado con algún calmante. Miro al costado y con una imagen algo distorsionada
vio que tenía una de las manos agarradas.Cuando se incorporo de nuevo, notó que no era asi. Algo mareada logró levantarse, y tuvo que enfrentar aquello que los hombres más fuertes y sanguinarios temen luego de su primer asesinato. El espejo. ¿Hay algo más terrible que un espejo? El crimen no es tan impresionante, como lo es enfrentarse al espejo, mirarse por primera vez y reconocerse, luego de haber cometido un pecado, ya los ojos no son los mismos, ni la expresión. Asi como vio su reflejo, rememoró toda la escena en su mente. Ella había matado, y también la habían matado lentamente. De forma casi ironica, su mente le hacia sonar una canción de su pasado “Di lo que podía, pero a media puerta Se quedó mi corazón Tu.... libreto de siempre tan repetido. Corre corre corre coraz …”. Se obligó a erradicar esa canción de su mente. Esa canción que en algún tiempo fue hasta casi satisfactoria, hoy eran puñaladas en el estomago. ¿Cómo muere algo tan hermoso? ¿Cómo es que la dejó escapar?